Parque del Café

El Parque del Café es iniciativa del ingeniero agrónomo Diego Arango Mora, notable montenegrino que, como presidente del Comité Departamental de Cafeteros, tuvo la visión de implementar un parque temático alrededor del tema cafetero, que contribuyera a darle un vuelco a la crisis que vivían los productores de café en el departamento del Quindío. Dicha crisis tenía visos dramáticos porque el Quindío era un departamento mono cultivador y por ello su economía giraba casi que exclusivamente en torno al ciclo cafetero. El rompimiento del pacto internacional de cuotas en 1989 hizo bajar dramáticamente los precios para el grano colombiano y ello provocó zozobra entre los cultivadores quindianos y en la economía del departamento que quedó supeditada a lo que ocurriera con los precios del café en la bolsa de Nueva York.

Formulado el proyecto del Parque Nacional del Café el ingeniero Arango Mora gestionó la vinculación de la Federación Nacional de Cafeteros y de su gerente general Jorge Cárdenas Gutiérrez. La idea central era lograr una dinámica de desarrollo económico que cambiara a la región, logrando que a los caficultores como a muchos otros ciudadanos les ingresaran nuevos recursos para contrarrestar las épocas de bajos ingresos por concepto de la producción cafetera. La inédita propuesta se inauguró en el año 1995. Don diego Arango expresa al respecto: “En este proyecto me acompaño toda mi familia, me dieron gran aliento y apoyo mi señora y mis hijos, y de forma muy especial Jorge cárdenas Gutiérrez el gerente general de la Federación de cafeteros sin cuyo concurso y apoyo habría sido imposible ejecutar ese emprendimiento”.

El turismo es hoy una fuente de ingresos muy importante para el Quindío y esa circunstancia tuvo su origen en el Parque del Café, que se convirtió en el proyecto ancla gracias al cual los posteriores desarrollos turísticos generan ingresos importantes a la región y hacen del Quindío un destino turístico reconocido en el ámbito nacional e internacional. Sobre las expectativas iniciales de lo que sería el parque, el Ingeniero Arango Mora comenta lo siguiente: “La noche previa a la inauguración del parque los periodistas de la región me preguntaban cuántos turistas podía recibir el parque en su primer año. Contesté que calculaba unos 50 mil visitantes anuales. Esa noche me quedé pensando y me dije que era un atrevimiento haber dicho esa cifra sin estar soportado por un análisis de mercadeo. Pues en su primer año ingresaron 270 mil visitantes. Hoy el parque recibe cerca de millón y medio de turistas”.

Por la época en que se inauguró el Parque, el panorama cafetero era desolador porque a los bajos precios se sumaban los horrores de la broca y la roya. Los caficultores probaban suerte con otros cultivos como los cítricos, el maracuyá, y la yuca. Comienza a emerger entonces la demanda turística y afirma don Diego: “Aparece en el horizonte la oportunidad de convertir las fincas en hostales rurales. Montenegro ocupa hoy el primer lugar de oferta de camas rurales y hostales. El departamento para la época tenía 100 o 200 habitaciones hoy cuenta con 12 mil camas ofertadas, más de 900 hostales rurales y dos o tres hoteles de primera categoría que es lo que está permitiendo recibir todo el volumen de turistas que llegan al Quindío”.

Hay un hecho del que no se ha hablado públicamente y que tiene que ver con la manera como el Parque del Café abordó el enorme impacto que el terremoto tuvo en la estructura física del lugar. En ese momento estaba previsto inaugurar en junio/99 la segunda etapa, con una inversión y endeudamiento gigantescos. Cuando sucede el terremoto había 600 obreros trabajando en la construcción de esa siguiente etapa. Colapsa el Parque porque sus redes eléctricas, de acueducto y alcantarillado sufren un grave traumatismo. Las edificaciones a punto de ser concluidas se averiaron. El teleférico, listo para pruebas, sufre daños enormes porque las torres, pilares sobre los que se soporta la red se desalinearon totalmente. Al día siguiente, 500 obreros, contratistas y empleados viviendo no solo su drama personal sino el del Parque, reunidos en la terraza del parqueadero, le preguntaron a Diego Arango Mora: ¿Qué tenemos que hacer? Y él les respondió: “El parque está muy averiado, pero sobre esta empresa está gravitando la economía del Quindío. Si no acometemos la restauración inmediata del parque, más se va a demorar la reactivación económica del departamento… en manos nuestras está rescatar este proyecto, mañana mismo tenemos que empezar la limpieza, la recolección de escombros y la evaluación de los daños. No hay forma de pagar un peso, tienen que trabajar al fiado…” Todos asumieron esas responsabilidades y semanalmente se les entregaban mercados para apoyar a sus familias y se iban registrando los valores por jornal o salario que se les iban adeudando. Seis meses trabajaron en esas condiciones y su sacrificio posibilitó que en agosto de 1999 el parque volviera a recibir poco a poco a los turistas que le permitieron al Parque ir generando ingresos.

Así que don Diego Arango Mora concluye: “El Quindío le debe al Parque del Café dos momentos muy importantes de su historia: recuperarse de la crisis del café y de la tragedia del terremoto. La historia del departamento tendrá que tener siempre presente la deuda de gratitud inmensa con esa entidad, con esos funcionarios y con sus contratistas”.

Por: Néstor Vargas

Fecha de publicación: junio 7, 2022

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